No le faltan a la situación actual rasgos que hacen pertinente la metáfora de Weimar: venimos de una crisis económica y social aún irresuelta, hay inflación y desempleo, la monarquía está cuestionada; el debate político se ha polarizado y los partidos parecen impotentes para estabilizar el sistema o para reformarlo, y empieza a acumularse mucha fuerza en la extrema derecha.
La gran ilusión
La marcha de Angel Merkel ocurre después de una serie de crisis –financiera, territorial, migratoria, sanitaria y política- que han sacudido a Europa y a las que ha capeado cuando le tocó hacerlo pero que no ha resuelto y, a contrario, han hecho más evidentes las costuras de la Unión y más evidente su improbable pervivencia.
La salud es lo primero
Frau Merkel, la patrona de Europa, ha dicho no a la suspensión de las patentes de las vacunas. El argumento consabido es que las patentes son el sustento de la innovación en la industria farmacéutica, afirmación desmentida por los hechos cuando se ha visto que la presión de la pandemia ha producido innumerables vacunas en un tiempo récord, algunas de países inimaginables como Cuba.
Europeos
Europa ha construido un espacio de bienestar en el que sus ciudadanos no parecen querer oír de mayores compromisos. La fortaleza de la unioneuropea que ahora demandan, al parecer unánimemente, está condicionada por la posición de cada país en el tablero y la percepción de las opiniones públicas nacionales sobre esta posición.
Fin del engaño
La crisis política que se avecina en Europa, igual que la crisis económica que la ha precedido y de la que es consecuencia, desbarata a los países meridionales, España entre ellos, pero termina alcanzando a las potencias del septentrión. Lo de Turingia es un síntoma.