Estamos, pues, en el punto en el que la política es una cuestión de semblante. Pero no conviene bromear sobre el asunto.

Se van a hacer muy largos en la izquierda los ocho meses que quedan hasta las elecciones generales.

Los mítines son en la política lo que las escenas de cama en las películas: aspiran al énfasis y resultan anticlimáticas.

A los viejos rockeros que intercambian mensajes de inquietud, no les queda otra que tomar tila, cruzar los dedos y esperar al día de las urnas.

Un salario de cuatrocientos mil euros es más bien modesto habida cuenta las colosales plusvalías que contabilizada el capital en estas fechas.