La repetida cita de Marx es pertinente en este país a cada giro de la historia. Cualquier intento de pasar página, aunque esté guiado por las mejores intenciones y prometa el horizonte más luminoso, se ve perturbado de inmediato por la memoria de los muertos.

No se puede vivir sin honor. Eso explica las fantasmales exequias autorreferenciales celebradas hoy en Cambo-les-Bains. Un puñado de viejos incombustibles leyendo un obituario tras otro ante un público escaso y protocolario.

Hinchar las velas del código penal no traerá la calma a la sociedad y no resolverá los problemas de convivencia del país.

¿En qué momento se radicalizaron los jóvenes que han cometido el atentado de Barcelona? De repente, ese muchacho o muchacha, buen vecino, amigo, compañero de pupitre, se ha convertido en un monstruo.

En mi pueblo se han convocado tres concentraciones de respuesta al atentado de Barcelona, una por cada uno de los poderes políticos actuantes en la plaza: local, autonómico y estatal.