Acaso el rasgo más sorprendente de las pasadas elecciones generales haya sido que la derecha se ha creído sus propias trolas, no solo las emitidas para compactar a la parroquia y desmoralizar al adversario, como la famosa sobre el aumento de las pensiones, que desmontó la periodista Silvia Intxaurrondo en el ejercicio de su profesión, sino otras que afectan a la brújula misma de la campaña electoral: los sondeos. Mientras don Feijóo anunciaba el prioritario cese del director del centro de investigaciones sociológicas, don Tezanos, por presunto partidismo a favor de don Sánchez, él mismo estaba abducido por otro brujo que cocía vaticinios a su favor, un tal don Narciso Michavila, director de la casa de encuestas del pepé, antiguo comandante de artillería y hombre de probado y acendrado patriotismo, que suministraba al estado mayor mapas trucados.

El viejo que escribe estas líneas celebrará con sus amiguetes una comida porque pronosticó que el resultado electoral iba a ser como en realidad fue, es decir, que la derecha no podría formar gobierno, por los pelos, ciertamente, como ya era previsible, pero ocurrió. Y vamos a ver, si un jubilado, náufrago habitante de una remota provincia subpirenaica, puede sacar esta conclusión con los datos fragmentarios que le llegaban a través de la prensa y fiado a su mero juicio, ¿cómo es que don Feijóo, el hombre sin atributos, llegó a creer que tenía el triunfo en la mano? Una razón más, por si hubiera pocas, para desconfiar de su competencia como gobernante.

El caso es que las elecciones han sumido al líder del pepé en el desconcierto y el desánimo, porque ahora nadie le quiere, y en este lastimoso estado ha adoptado una iniciativa insólita por anticuada, con un reconocible perfume provinciano: ha remitido una carta a su oponente don Sánchez proponiéndole volver a la ficción que el novio alimentaba antes de ser abandonado por la novia (y la mayoría de los invitados, habría que añadir) al pie mismo del altar. Es una carta melosa y tramposa en la que le pide a don Sánchez que deje de irse de picos pardos y en malas compañías y se comporte como el cónyuge serio y responsable que debe ser. En concreto, que se olvide de los resultados electorales y favorezca su elección como presidente del gobierno..

La literalidad de la carta tiene interés porque transparenta el valor accidental que las elecciones tienen en el pensamiento de la derecha. Un par de párrafos son ilustrativos de lo que piensa don Feijóo sobre la soberanía popular. En uno de estos párrafos la confunde con el caos: España no se merece una situación ingobernable y tampoco podemos permitirnos un bloqueo [sic] en un momento tan relevante para nuestra economía y nuestras instituciones, en plena Presidencia española del Consejo de la Unión Europea. En otro párrafo, más ilustrativo, si cabe, sugiere que hay un sentir [sic] en la nación de valor superior a la agregación de las voluntades individuales de los ciudadanos, y lo dice así: estoy convencido de que el diálogo que te propongo, que no elude las marcadas diferencias que nos separan, responde a un sentir ampliamente extendido más allá de las preferencias electorales [sic] que los votantes acaban de expresar.

El carácter lastimero y propenso a la parodia de esta misiva no debe ocultarnos la potencial amenaza que contiene ¿Qué pasará con ese presunto sentir mayoritario que la aritmética electoral no traduce debidamente? ¿No encontrará alguna otra forma de expresión política? Julio es un mes aciago en la política española. Don Sánchez ha respondido con otra epístola en la que se reafirma en el procedimiento constitucional. Veremos si es suficiente.

Entretanto, echemos la siesta, como el resto del país, y dejemos de elucubrar por unos días. Salud, queridos lectores y queridas lectoras, y proteged vuestra piel de las inclemencias solares como nos enseña don Feijóo cuando veranea en el yate de sus amigos.