El día de la constitución (6 de diciembre) ha sido desde su origen una festividad desangelada  y escueta, que debe su aprecio popular a la cercanía en el calendario de otra fiesta igual de fantasmagórica (la inmaculadaconcepción, 8 de diciembre) y entrambas arman el jubiloso puente de la constitución, previo a las navidades y uno de los pilares de las vacaciones perpetuas a las que aspiramos todos. La celebración constitucional se caracteriza más por las ausencias que provoca que por las presencias que concita. En el acto oficial, que carece de relieve, es de rutina que no estén los nacionalistas periféricos, las altas instituciones la administración del estado y el buen pueblo llamado más finamente sociedad civil. Es un acto casi privado, unas palabras de la presidenta del parlamento y, supongo, una copichuela, y todos a casa, que el puente festivo no espera.

A los ausentes se añade vox, un partido de ámbito estatal, o nacional o como se quiera, tercera fuerza en el congreso, que ha calificado la constitución de farsa y burla porque España es mucho más que la constitución. Lo que quiere decir que, contra toda la tradición del pensamiento ilustrado, la nación no se constituye en una ley fundacional sino que preexiste a sus circunstancias históricas. Es más o menos lo que también dicen nacionalistas catalanes y vascos respecto a sí mismos pero oído en un partido español da más miedo. Los más viejos del lugar no tenemos que hacer ningún esfuerzo de memoria para recordar cuando en esa ssspaña preexistente éramos invitados accidentales y no ciudadanos. Condición que le sería aplicable al preboste voxiano si se cumplen los designios de su partido, y no digo más.

En el pasado cercano, digamos en los últimos años de la década anterior, la constitución fue sometida a una lluvia de ideas para su aggiornamento: la monarquía, la arquitectura territorial, la estructura económica, todo era objeto de cuestión y proyectos de reforma. Esta efervescencia se vio laminada por la pandemia de la covid y la vigorosa eclosión de un partido neofascista con audiencia en la población. La pandemia evidenció nuestra vulnerabilidad colectiva y los voxianos demostraron que una parte potencialmente alta de la población no juega en la liga en la que creíamos que jugábamos todos. La constitución volvió a la casilla de salida y las propuestas de reforma al cajón. Estamos en tiempo muerto.

El desplante voxiano a la constitución ha coincidido en el calendario con el desmantelamiento en Alemania de un grupo dispuesto a dar un golpe de estado en nombre del Reich, la patria preexistente. Al carajo, pues, con el patriotismo constitucional, que es también un invento alemán, de Jürgen Habermas, para ser precisos. Alemania no es la democracia más antigua de Europa pero sí la más robusta, debido a una mezcla de reflexión sobre su atroz pasado, que impregna a toda la sociedad, y de buen funcionamiento de las leyes e instituciones; en consecuencia, la vigilancia democrática es muy rigurosa. En este caso, se movilizaron tres mil policías para detener a veinticinco personas.

La procesión de presuntos golpistas es pintoresca, lo que no la hace menos inquietante. Al frente está un dizque príncipe, seguido por una banda así llamada ciudadanos de reich, y miembros del partido alternativa por alemania, homólogo de vox, a los que se han sumado, y esta es una novedad de la época, devotos del pensamiento alternativo, es decir, conspiranoicos y terraplanistas.  En resumen, una mezcla de nazis de toda la vida y de trumpistas de nuevo cuño. Pero estaban armados y, según la fiscalía, se proponían asaltar el parlamento. El gobierno alemán lo tiene claro: la extrema derecha es la mayor amenaza para la seguridad del país, en palabras de la ministra de interior, Nancy Faeser, y si bien no tiene ahora fuerza para perpetrar un golpe de estado, ganas no le faltan. Denles tiempo. Entre los detenidos en Alemania hay una jueza. Es imposible no relacionar el hecho con que nuestros altos magistrados llevan cuatro años enfrascados en erosionar la constitución, embridados a los intereses de la derecha.