El título de este comentario es el de un cuento de Jorge Luis Borges en el que el genial argentino afirma traducir el reporte que un misionero escocés llamado David Brodie hace sobre su estancia entre los miembros de una ignota y primitiva tribu de costumbres rarísimas y abyectas, a la que llama los yahoos. El narrador describe cómo se elige y nombra al rey de la tribu entre los recién nacidos que muestran cierto estigma. Luego, al elegido le queman los ojos y le cortan las manos y los pies para que el mundo no lo distraiga de la sabiduría, lo confinan a una caverna donde solo entran los hechiceros que gobiernan la tribu y las esclavas que lo atienden y lo untan de estiércol, y en caso de guerra lo sacan al campo de batalla a guisa de bandera o talismán para enardecer a la tribu. En tales circunstancias, cuenta el misionero, lo común es que el rey muera inmediatamente bajo las piedras que le arrojan los hombres-monos.

El tal Brodie continúa su informe sobre los asombrosos sucesos y bizarras aventuras que vivió en compañía de los yahoos para concluir con una demanda de reconocimiento hacia esa tribu que, como los británicos, y a su modo, tienen instituciones, gozan de un rey, manejan un lenguaje articulado y saben que el alma sobrevive al cuerpo en la muerte. Representan, en suma, la cultura, como la representamos nosotros, a pesar de nuestros muchos pecados, concluye el misionero su informe.

El informe de Brodie se hace presente en la memoria cuando se lee sobre el intento fallido de limitar la inviolabilidad de rey de España, según una iniciativa del  peeneuve en el congreso, que han rechazado el pepé y el pesoe, con el apoyo de los letrados del parlamento, que han informado negativamente sobre la propuesta. Limitar la inviolabilidad del rey o reina, elegido entre los recién nacidos con el estigma de llamarse Borbón,  es equivalente a la costumbre yahoo de cegar los ojos y amputar las manos y pies de su monarca. El rey de los yahoos y el rey de los españoles mantienen unida a la tribu y la representan en el exterior. Del mismo modo que los yahoos sacan de la cueva a su rey para enardecer a la tribu en situación de guerra a riesgo seguro de que le costará la vida, los españoles hemos mandado alegremente a nuestro rey (emérito) para que nos represente en el mundo hasta que las comisiones cobradas en este desempeño (aquí el unte no es de estiércol pero casi, dinero negro) han acabado con su credibilidad.

¿Qué deberían hacer los yahoos y los españoles en esta tesitura? Los primeros, ¿hacer que su rey sea un hombre físicamente íntegro para que pueda defenderse de las piedras de los hombres-monos y estas caigan sobre los súbditos de a pie? Y los segundos, ¿tener a su rey bajo vigilancia para que sus cambalaches no nos cubran de vergüenza? En ambos casos se rompería la confianza que une al rey con su pueblo, y que es la base de la institución y por ende de la tribu. Ni el rey yahoo debe tener pies y manos, ni el rey español puede estar bajo vigilancia porque en ese caso ninguno de los dos podria cumplir su función. Ni el primero es una piltrafa ni el segundo un presunto delincuente, y ambos son reyes. Eso tenemos en común yahoos y españoles: la impotencia para constituirnos en república.