El lunes toca astrólogo. El primer día de la semana, don Iván Redondo, un maquiavelo con bola de cristal, despliega en las páginas de un diario su muestrario de especulaciones, pronósticos y ocurrencias, que proyecta una luz difusa y confusa sobre el  mundillo político nacional. La adivinación va por barrios y esta semana el sujeto paciente es doña Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, de la que nos apresuramos a saber si es una estrella rutilante o una enena marrón.

Un estudiante de primer curso de comunicación tendría fácil hacer un análisis de texto de las divagaciones de don Redondo, en las que básicamente se encuentran los siguientes ingredientes: a) alusiones de compadreo jabonoso hacia algunos otros personajes que están en el meollo del cogollo; b) cita a voleo de algún filósofo del pasado o escritor de vitola para dar un barniz de autoridad cultural a la ocurrencia; c) un puñadito de generalidades sobre el estado de la política al alcance del lector más distraído; d) un salpimentado de datos demoscópicos que otorgan autoridad científica y sabor al guiso; e) un apunte incisivo en el que se sugiere que el mago ve más y más lejos que el común de los mortales, sin desvelar lo que ve; y f) en el punto anterior se alude al equipo del mago, término misterioso que connota un laboratorio donde se produce la realidad. Et voilà, la conclusión del día: Habrá ‘momento Barcelona’. Disputadísimo. En una ciudad tan cargada de memoria que solo por eso es incapaz de proyectarse en el futuro. Un poco como ocurre en España. Tachán.

Las artes mánticas consisten en dar respuestas vagas a preguntas concretas, así que doña Colau y los aficionados a la astrología nos quedamos sin saber si, en otro ciclo electoral, la actual alcaldesa seguirá al frente de la capital catalana, aunque algo ocurrirá, desde luego. Nunca como ahora ha sido más pertinente la famosa sentencia de McLuhan: el medio es el mensaje y es obvio que el periódico serio no daría cabida a esta sarta de banalidades a día fijo si su autor no fuera don Iván Redondo, un personaje al que entre todos le han construido una peana de gurú o spin doctor de la ciencia del poder, convertida en un arcano. En tiempos de incertidumbre, los brujos menudean. Los medios convencionalmente llamados serios se enfrentan a dificultades severas para estar a la altura de su reputación. La captura de información de calidad es muy cara y su beneficio, incierto. Después de un duro laboreo que incluye la captación del hecho noticiable, la contrastación de las fuentes, la contextualización de la historia y la confección de un relato que le dé sentido, a su publicación la información se ve de inmediato, cuando no ignorada, contestada, replicada, vuelta del revés y parodiada por las redes sociales y las tertulias televisivas, cuyo accionar espasmódico e impresionista convierte en serrín el tronco más robusto. Es buena época para el pensamiento mágico.