El pesoe ha conseguido en su congreso una unidad sincrónica y diacrónica, que diría un lingüista saussureano. No solo ha soldado a todas facciones del partido operativas en este momento sino que se ha reconciliado con sus ancestros y la sombra que proyectan sobre el presente hasta donde alcanza la memoria viva. Qué lástima que tu padre no haya podido votar a Felipe, le hubiera gustado tanto, dijo a este escribidor su madre viuda en 1982. El padre mencionado tendría hoy cien años. Esta fusión del espacio sincrónico y el tiempo diacrónico es la eternidad, que, como sabemos por experiencia, dura un instante. Fueron unos momentos que me parecieron eternos, suele decirse con arrobo y perplejidad.

El congreso Valencia2021 es la réplica del Suresnes1974 y no por casualidad el abrazo de los protagonistas de ambos acontecimientos es la única imagen que quedará de este último. Los dos son felipistas; don González de nacimiento y don Sánchez por adopción. Las similitudes entre los dos congresos, separados por cuarenta y siete años, son obvias: un solo líder carismático, un partido esperanzado que sale de una debacle interna de órdago y un programa borroso, esmaltado con todas las etiquetas del nuevo siglo (ecología, feminismo y demás) a la espera de su momento histórico. El momento socialdemócrata, como lo llama el admirado Enric Juliana. Hay indicios de que ese momento está a las puertas. En primer término, el estrés postraumático ocasionado por la pandemia y la crisis financiera que le precedió ha fomentado el comunitarismo (que no el comunismo, como dice doña Ayuso) y revalorizado los servicios públicos; como consecuencia, habrá más gasto público hasta donde alcancen los fondos europeos y, por último, el partido socialista alemán, el espejo del moderno socialismo español,  también se ha emancipado de la derecha y emprende la formación de un gobierno frankenstein, como el de don Sánchez. El difunto autor de este epíteto, don Rubalcaba, también estuvo en el congreso, en efigie, y fue recordado y homenajeado. Pelillos a la mar. También el judas don Hernando ha sido absuelto. El objetivo es ocupar el centro del tablero, luego ya veremos.

Las fuerzas de la nueva política que emergieron de la crisis –independentistas, podemitas, naranjitos- siguen en la cancha y, si hemos de creer a las encuestas, no ceden terreno, pero es cierto que parecen atravesar una crisis de identidad y de supervivencia. Cualquier paso en falso –ciudadanos ya lo ha dado- puede llevarlos a la extinción, o a la irrelevancia, un destino aún más indeseable. Tampoco la derecha amengua; al contrario, podría ganar las elecciones, según las mismas encuestas. Así que podría interpretarse que el congreso de Valencia preludia la nueva normalidad muy parecida a la antigua. La concesión del pepé a pactar algunos órganos constitucionales trae, además de un indicio de cambio de táctica opositora, el aroma sepulcral del viejo bipartidismo. España es un país que genera más problemas que los que puede no solo resolver sino meramente digerir, así que cada cierto tiempo requiere un tratamiento de reposo y don Sánchez, como hace cuarenta años don González, aspira a ocupar la dirección del balneario y la gestión de la farmacopea. Esta película ya la hemos visto; podemos morir tranquilos.