Tengo que enterarme de qué es eso del bitcoin. Es un propósito formulado repetidas veces en el pasado y siempre preterido por la pereza. A cierta edad, hay muchas puertas que no abrirás y muchos caminos por los que no transitarás, y tan pancho. No se muere menos por ser experto en criptomonedas o en arte hitita. La curiosidad insatisfecha se ha visto azuzada por la noticia de que la burbuja ha explotado, como todas las burbujas, y ha producido pérdidas masivas entre los bitcoinianos. Desde lo de Lehman Brothers hace diez años, estos  incidentes detectados en alguna remota galaxia financiera erizan el vello y lleva a un alocado cálculo sobre qué significarán en términos de recorte de salarios, pensiones y gasto sanitario. No importa que sea una moneda críptica, tampoco de Lehman Brothers habíamos oído hablar antes y su desintegración fulminó los  ahorros de medio mundo y en España, incluso, produjo una mutación que llevó a uno de los responsables de la explosión, un tal don Guindos, a aterrizar como ministro de economía, lo que demuestra empíricamente la existencia de alienígenas.

Echemos, pues, un vistazo al bitcoin y sus tribulaciones. El subtítulo de la noticia produce un sentimiento cercano a la hilaridad, pero ya se sabe que vivimos en un mundo paródico. Dice así: a los precios actuales no sale rentable mantener encendidas las máquinas que generan la criptodivisa. Es como si una mañana la panadería deja de proveer de pan porque el precio de la luz no permite encender el horno. No se rían, la factura eléctrica y las oligarquías que la manejan harán todo lo que puedan para que eso termine ocurriendo. Es el mercado, amigo, como dijo el presidiario. El bitcoin es una moneda (cuesta llamarlo así) cuya virtualidad como instrumento de cambio y ahorro depende del número de operadores que trabajen con ella, lo que quiere decir que su validación exige un costoso proceso de certificación de las transacciones en red. En resumen, los usuarios del bitcoin cuecen la masa monetaria teniendo sus ordenadores encendidos; las transacciones aumentan y los implicados en la red obtienen nuevos bitcoins, pero basta con que el coste de funcionamiento de los ordenadores sea superior al valor de cambio de la divisa para que los inversores decidan apagar sus máquinas y la burbuja se desinfle.

El funcionamiento es el mismo en todas las redes sociales. Eres guapo, famoso y envidiado según el número de me gusta que recibes de tus followers de las fotos, selfies, ocurrencias y chorradas con la que construyes tu perfil, pero basta un error o un ligero cambio de tendencia o dios sabe qué para que los like empiecen a escasear y termines siendo feo, olvidado y despreciado y no te quede más alternativa que hacer balconing sin red.

El escribidor relee lo escrito y no está seguro de haber entendido nada.