El fallecimiento reciente del escritor angloindio V.S. Naipaul, del que fui lector entre los años ochenta y noventa, me ha llevado a zanjar la deuda lectora con un libro pendiente,  India, una civilización herida. Es un grueso volumen que narra el viaje indagatorio del escritor al país de sus ancestros. El relato está tejido con entrevistas y observaciones directas en barrios y localidades a los que le llevan su instinto y sus contactos y es, como siempre en Naipaul, hipnótico, aunque no necesariamente atractivo. El primer capítulo está dedicado a la ciudad de Bombay (Mumbai ahora) y se inicia con una panorámica desde el taxi que lleva al autor, convertida en la inmersión en un hormiguero humano inabarcable. Una clave se abre paso en la narración. Naipaul advierte que la conquista del espacio disponible donde asentarse, ya sea un pequeño apartamento compartido por dos o más familias o un trozo de acera que pasa a ser usufructo del ocupante, es el principio a partir del cual los habitantes de la ciudad construyen su vida. El autor vuelve una y otra vez a la circunstancia de la vivienda en la que se da una asfixiante simbiosis entre la falta de espacio y la cultura religiosa, familiar y comunitaria que rige la vida de los indios. Naipaul no para de inquirir sobre la falta de intimidad. El resultado está lejos de ser una solución placentera. La gente se agrupa en comunidades estancas entre las que reina una hostilidad y una violencia constantes.

Esta observación literaria ha sido simultánea a la noticia de que una promotora inmobiliaria de Barcelona se propone implantar pisos colmena en la ciudad. La crisis financiera y bancaria tuvo en nuestro país un cariz de burbuja del ladrillo: el monocultivo nacional y la única fuente de enriquecimiento y corrupción a mano. Una docena de años después, todos los datos apuntan a que no hemos aprendido nada. Vuelve la carencia de viviendas, a pesar del exceso de construcción de los años del ladrillo; y su coste de compra y alquiler no cesa de subir. La solución es el achicamiento del espacio y la promiscuidad consiguiente. India es la democracia más grande del mundo, según el tópico, y su economía crece con indicadores que dejan ojipláticos a los que confunden la democracia con la econometría, pero ningún lector de Naipaul querría vivir en un termitero de Bombay. La cuestión es si no será un destino ineludible. Bajo el borbor iridiscente de los lacitos amarillos alguien se prepara para construir colmenas que habitarán las hormiguitas independizadas de España.