Cuarto en la línea de sucesión al trono es la coletilla que acompaña a las proliferantes noticias sobre las industrias y andanzas de don Froilán de todos los demonios. Las gacetillas añaden este marbete aclaratorio no se sabe si para espanto de monárquicos o esperanza de republicanos. Si ese chico es el cuarto, el final está cerca, se alborotan los primeros; si es el cuarto, la aurora está cerca, sueñan los segundos. En la opinión común, don Froilán produce la mezcla de atracción y repulsión característica de los monstruos de feria. Si fuera un joven sin nombre ni apellidos, estaría acogido a una de esas instituciones para jóvenes descarriados procedentes de otra galaxia, que los voxianos quieren liquidar porque ven en ellas la semilla del gran reemplazo.  Y, en efecto, es un joven descarriado que viene de otra galaxia y que está en cuarto lugar de la lista para reemplazar al jefe del estado. Apuesten a que si se produjese una crisis dinástica, como la de 2014, de las que tan pródigo es el país, don Froilán tendría partidarios. ¿A quién, si no, darían su apoyo don Sánchez Dragó, don Tamames, doña Rosa Díez y los otros viejos friquis del retablo español? Lo dice la constitución.

Don Froilán es un borbón de pura raza, un campechano en agraz. Si hubiera una feria de ganado real, el jurado le impondría la escarapela o el toisón de oro, que a este nivel de la realidad son la misma cosa. Tampoco cuesta imaginarle recitando sus pecadillos a la oreja del obispo don Munilla, que le absolvería como una señal de dios y de seguido ceñiría la corona a sus sienes en la catedral de la Almudena. Ríanse si quieren pero les aseguro que en este momento hay compatriotas que sueñan con esta escena medieval si sirviera para echar a don Sánchez. Y para este menester, mejor un recio varón de maneras borbónicas que esa doña  Leonor criada por una plebeya republicana y un rey que reniega de su padre. Por ahora, el cuarto en la línea ha ido con su abuelo a la segunda residencia de la casa real en Abu Dabi, para hacer una cura de reposo y quién sabe si para aprender técnicas de apresto real. Don Urdangarín recibió clases particulares un poco a la pata la llana y así le fue.

El futuro en la monarquía española está en Abu Dabi o en cualquier país que no sea España. La línea de sucesión al trono es a la institución monárquica lo que la lotería nacional es a la economía doméstica. Ambos son procedimientos democráticos a la manera de la antigua democracia griega, por sorteo, y cualquiera puede resultar premiado, aunque sea con la pedrea. Pero hay que leer la lista completa para cerciorarse de que ha tocado tu número. Ahí tienen a la niña doña Anna Astrid de Austria-Este, primera hija de Amadeo de Bélgica y Elisabetta,  y víctima por dos veces de la ley sálica, la pobre, que tiene el esperanzador boleto número 39 en la lista de aspirantes al trono español. O doña Marie-Gabrielle von Arco-Zinneberg, mezzosoprano, de nombre artístico Marie-Gabrielle Arco, a secas, que tiene el número 55. O Paulo Alfonso de Borbón, sin currículo conocido y del que no sabemos ni el nombre de la madre, que tiene el boleto 64, inmediatamente detrás de su padre, don Luis Alfonso de Borbón-Dos Sicilias Saboya, que nació en Brasil y tiene el número 63, inmediatamente detrás de su madre, doña María Cristina de Saboya, una viejecita de noventa años, como don Tamames, segunda hija del príncipe Amadeo de Saboya, tercer duque de Aosta, y de la princesa Ana de Orleans, que está en la cola con el número 62. Y qué decirles del portador del boleto número 93, Eudes de Orleans, duque de Angulema, hijo pequeño del anterior conde de París y de María Teresa de Wurtemberg y, por lo tanto, hermano de Jean, que tiene el número 87, casado con la condesa Marie-Liesse de Rohan-Chabot, que es profesora de filosofía y viven en Burdeos con sus dos hijos. Siga mirando la lista, quién sabe, a lo mejor aparece su suegro o su cuñada, o usted mismo y puede compartir las delicias del after con don Froilán.