En cierto momento de la psicodélica película de dibujos animados Yellow Submarine (1968), protagonizada por la música de los Beatles, una pequeña mancha negra aparece en la imagen y crece y crece hasta devorar toda la animación de la pantalla y reducir esta a un agujero negro. Es de temer que algo así esté empezando a ocurrir en la izquierda de la izquierda, en lo que se viene llamando el espacio confederal o, en corto, las podemitas, con la aparición de la mancha de la otan en la agenda pública. Este agujero negro, del que ya empezamos a sentir su fuerza gravitatoria, devorará a doña Yolanda Díaz y quién sabe si también a don Sánchez, que, en el mejor de los casos, se verá obligado a aceptar un gobierno de concentración con el moderado pepé o, a lo peor, volverá a la oposición.

La izquierda de la izquierda no solo no aprendió nada del referéndum de 1986, que la confinó en el extrarradio del sistema, sino que incluso lo había olvidado cuando firmó el acuerdo para el gobierno de coalición con el pesoe, en el que la mención a la otan es algo menos que marginal. Y he aquí que don Putin invade Ucrania con el deliberado propósito de hacerse con una buena tajada de suelo europeo y, de paso, para quebrar la unidad (frágil) de los países occidentales, y entonces, vuelta al arcón de la abuela para sacar las viejas pancartas de otan no, bases fuera, los ajos y el crucifijo contra el vampiro.

No han pasado ni cinco días de la sobreactuada cumbre otánica de Madrid y ha vuelto la bronca al gobierno a cuenta de la aprobación de un crédito de mil millones para gasto militar. Nada ayuda a creer que la insomne tensión entre el pesoe y podemos en el seno del gobierno vaya a ampliar el caladero de votos de ninguno de los dos partidos en liza. Los resultados de Andalucía y los sondeos que se manejan dicen lo contrario. La bronca es un nuevo torpedo contra la barquichuela de doña Díaz, aún en dique seco; así que la vicepresidenta templa gaitas, y hasta la próxima. Si quieren poner a prueba el temple y la paciencia de los votantes de izquierda, lo están consiguiendo.

Los derechos laborales y sociales conseguidos por trabajadores y minorías en esta legislatura no están en peligro por la pertenencia a la otan sino por un futuro gobierno de la derecha. El mundo ha cambiado en estos meses y seguramente se ha escorado a estribor pero la elección entre gasto militar y gasto social, cañones o mantequilla, no es perentoria y ofrece márgenes para un discurso compartido. Pero socialistas y podemitas se detestan tanto, están tan hartos de fingir que tienen el mismo objetivo, que las tensiones son inevitables y su exhibición pública necesaria.

Yellow submarine era también una fábula sobre el bien y el mal. La música de los Beatles ahuyentaba a unos monigotes extraños y feísimos que amenazaban nuestra felicidad juvenil. Pero la edad en la que se podía reclamar la paz en el mundo acostado en la cama con tu pareja y un porrito entre los labios ha pasado.