Las palabras le traicionan y convierten sus parlamentos en un galimatías y, si prestamos atención a sus puestas en escena, vemos a un quídam desgalichado, remolón, perezoso, que parece preguntarse a cada paso qué hace ahí.

Pero ¿cómo podía imaginar la ex izquierdista lady Truss que, rebajar los impuestos a los ricos, con lo que les gusta, iba a estimular la inflación rampante y la consiguiente subida de intereses?

La guerra es más animada que la paz, y más eficiente para tomar decisiones.

El matonismo verbal es irrefutable y paralizante, y provoca en la audiencia un sentimiento de vengativa euforia o un escalofrío de espanto.

Es posible que el gobierno social-comunista pueda terminar derribado pero la historia debería enseñar al vonpapen gallego que su partido no será el beneficiario del derrumbe.