La primera y creo que única vez que Pablo Iglesias dio un mitin en esta remota ciudad subpirenaica fue en abril de 2016; entonces Podemos era la segunda formación por peso electoral de la provincia y en el encuentro se trataba de presentar al nuevo secretario de organización del partido, Pedro Echenique, nombrado por Iglesias en sustitución de Sergio Pascual, depurado tras la rebelión errejonista. El lector puede encontrar una crónica de aquel acto en esta bitácora. Pablo y Pedro se presentaron a sí mismos como C3PO y R2D2, la célebre pareja de androides de la saga cinematográfica Star Wars, que forman un dúo simbiótico, el primero en funciones de contador de historias y el segundo como mecánico para todo. La incorporación de un referente de la cultura pop en un discurso político -por lo demás, manifiestamente mejorable el de aquel día- era una novedad absoluta, que movía más al estupor que al entusiasmo. Luego, Pablo Iglesias se ha revelado como un notable aficionado a películas y series, donde encuentra referentes para la acción política como otros los encontraban antaño en la Biblia, en El Príncipe de Maquiavelo  o en los Grundisse de Marx.

El estupor del escribidor, y la desconfianza añadida, por la introducción de referentes fantásticos o ficcionales en la argumentación política ha registrado un giro hacia la comprensión con la lectura de C3PO en la corte del rey Felipe, del periodista Pedro Vallín. El principio que guía esta colección de ensayos, que fueron antes crónicas periodísticas, es que todos los relatos de la cultura responden a cierto número de arquetipos y estructuras dramáticas constantemente revisadas y versionadas, y en consecuencia la política, que tanto tiene de representación, puede ser examinada mediante su cotejo con historias y personajes extraídos de pelis, series y novelas. Para decirlo con las palabras del autor: la ficción y sus patrones de congruencia son performativos de la política.

El resultado es intrigante y muy entretenido, y más si el lector está al tanto de las referencias de ficción, lo que no siempre ocurre. Mediante este mecanismo argumental, entendemos a Pablo Iglesias a través de el gran Gatsby; a Íñigo Errejón como Tom  Ripley; Edipo rey ilumina la tenebrosa peripecia del comisario Villarejo; la aplicación del artículo 155 a Cataluña emerge como Godzilla, y así una veintena de personajes y situaciones que pueblan la imaginación del país y conforman su actual escenario político. El discurso especular entre la ficción y la realidad es muy sofisticado, nada de obviedades ni comparaciones sumarias. El autor es un periodista cultural llegado a la política, que conoce bien los códigos de significación de la vigente cultura de masas y los analiza al servicio de una interpretación de la realidad necesariamente compleja, y, de alguna manera, los rescata también para los lectores talludos -sesentayochistas, digamos-, que en el pasado se acercaron a estos artefactos culturales a través  de Umberto Eco o Roland Barthes (a los que no se cita, desde luego, aunque sí al más actual Slavoj Zizek).

Pedro Vallín es uno de los contados cronistas políticos que, para su honra, no han formado parte de la brigadilla mediática dedicada al acoso y derribo de Podemos y sus líderes, una tarea que, hasta la retirada de Pablo Iglesias, ha constituido un género periodístico en sí mismo. Esta curiosidad y empatía por un fenómeno nuevo e inédito cuya importancia política es imposible ocultar, le ha permitido entender, y hacerlo entender a sus lectores, los términos de un marco histórico nuevo: hay más gentes, más estamentos, más identidades, más experiencias de lo real –todo eso que a la ultraderecha y a la vieja izquierda masculina le pone de los nervios- y por tanto son perentorios más arquetipos narrativos, más estructuras de sentido, más herramientas de congruencia, en palabras del autor, y C3PO resulta un buen guía para iniciar la exploración de este nuevo mundo.

P. S. El libro de Pedro Vallín está prologado por Enric Juliana, finísimo analista político y por edad sesentayochista, quien confiesa que preguntó al autor quién es C3PO cuando tuvo la primera noticia del título del libro. En cambio, el algoritmo que vigila la calidad de los títulos de esta bitácora sí lo sabe, porque ha premiado el de esta entrada, que ni el escribidor mismo entiende bien, con un rutilante 63/100. Produce un extraño y benéfico cosquilleo comprobar que las palabras pueden viajar a la hipervelocidad del Halcón Milenario.