Cada uno de ellos odia al otro con una intensidad fraternal que no tiene parangón respecto a otras fuerzas del mapa político, hasta el punto de que el primero no ha dudado en exhibir su desdén por el segundo y a este le ha faltado tiempo para airear las miserias del primero. ¿Esperan que alguien olvide y les perdone el espectáculo? Lo cierto es que ni la utopía de fibra óptica de don Pedro ni el voluntarismo leninista de don Pablo tienen votos suficientes, ni juntos ni por separado, para formar un gobierno estable.
Restauración
Don Sánchez asiste a este pedrisco a cubierto en su despacho presidencial en la Moncloa y espera de sus hipotéticos aliados que no le obliguen a salir a la calle sin paraguas mientras con su silencio intenta tranquilizar a sus adversarios. El lema implícito de este momento histórico es: Pedro Sánchez es lo menos malo que nos puede ocurrir a todos.
Troles y trolas
Esta familia de bastardos, fruto de la globalización lingüística, ha alcanzado una repentina primacía en la comunicación de las sociedades así llamadas liberales y una determinante influencia en su agenda pública desde que se cree que con su ayuda se pueden ganar elecciones y el emperador de occidente ha resuelto que gobernar es dejar corretear troles y trolas por las redes sociales.
Matad al padre
En los meses que han precedido a las elecciones del pasado domingo, la sombra del padre ha tenido un papel determinante sobre la deriva de los líderes de los primeros partidos. Los medios de comunicación sacaban a las momias de sus opulentos sarcófagos para que agitaran el espectáculo y los zombis aceptaban de inmediato la invitación.
El conde de Montecristo
El secretario general del psoe es el Edmundo Dantès de la política española: traicionado por sus correligionarios, defenestrado, ignorado y vilipendiado, escapó del olvido al que le habían aherrojado y ahora es el conde de Montecristo que practica una sutil, gélida y deleitosa venganza sobre quienes quisieron acaba con él.