Un par de alpargatas de fantasía que compró o le regalaron a Jill, a la sazón emperatriz de occidente, será la imagen que guardará nuestra memoria del encuentro guerrero habido en  Madrid estos días, dizque el más importante conocido en el planeta desde la caída del muro de Berlín o quizá desde la conferencia de Yalta, la puja de comparaciones está abierta. Si ampliamos un poco el foco sobre el escenario del encuentro veremos a las nietas de Jill haciendo monerías en tiktok para mostrar a sus amigas, y por ende al mundo entero, lo bien que se lo están pasando, y si nos empeñamos en tener una perspectiva más amplia, veremos a un grupo de mujeres pastoreado por la reina de España admirando obras de arte y jardines, como en una típica excursión de turistas invernales del imserso pero en formato fino y de marca. Un antiguo se preguntaría por qué los guerreros llevan a sus cónyuges a un encuentro de guerra, como si fueran cantineras o barraganas, pero es que la cumbre de la otan no es para hacer la guerra sino para dibujarla y hacer un boceto al que llaman concepto estratégico, un término que parece sacado de una comedia de José Luis Cuerda.

El concepto estratégico resultante en Madrid ha sido bastante obvio: Rusia es el enemigo y China lleva camino de serlo (es un desafío sistémico, dicho en la jerga). ¿Había alguien que no lo supiera antes de la reunión? Con semejante destello de inteligencia, no es raro que las chicas se hayan dedicado a disfrutar del viaje y hayan dejado a los hombres a sus cosas. Míster Biden, un tipo que no para de tropezarse y caerse en su país y al que sus asesores han recomendado que vaya a todas partes a trotecillo cochinero, ha recibido un chute de autoestima, y don Sánchez, que tampoco las tiene claras en casa, ha demostrado una vez más que lo suyo son las altas esferas, donde se habla inglés aunque no se diga nada de fundamento.

En este ambiente estratosférico, con la bandera de España boca abajo (maldita sea, siempre hay un tonto que la caga), don Sánchez ha sacado pecho: Putin, no vas a ganar. Madrid es la única ciudad del mundo que tiene dedicado un monumento al demonio, en el parque de El Buen Retiro, y con carácter vicario ese es el papel que ha tenido asignado Putin en la reunión, donde, por lo demás, no se han tomado decisiones sobre la guerra de Ucrania, que se cuece a la temperatura que marca el agresor ruso y cuyas radiaciones ya nos llegan a la cartera en forma de inflación de dos dígitos, pero la ministra de Hacienda, doña Montero, arrobada por el resplandor de la cumbre otánica, no quiere hablar de esta fea irrupción de la realidad.

La reunión ha terminado y el embelesamiento, ay, se disipa. Las chicas de la otan han vuelto a sus labores en casa y el paisaje se ha vuelto consabido, gris, incierto, amenazador. Don Sánchez pide ayuda para pasar la resaca de estos días embriagadores y maravillosos.