Lo que interesa ahora es comprender por qué el llamado populismo brota, no de iniciativas extraparlamentarias, sino del corazón mismo del parlamentarismo. Para superar la desafección de la ciudadanía hacia la política, necesita ser estimulado con continuas convocatorias a las urnas: elecciones, referendos, consultas internas, de las que la clase política quisiera extraer la voluntad popular quintaesenciada, libre de impurezas y contradicciones, prístina como un manantial de montaña, para ser guiada por un caudillo.
Las trescientas
Trescientos es un cardinal mítico. Es el número de hoplitas espartanos que, según Heródoto, hicieron frente a los ejércitos del persa Jerjes en el paso de las Termópilas. Quizá algún estratega del pesoe tuviera en la cabeza esta hazaña bélica cuando se decidió que serían trescientas y no otro número las propuestas que habrían de presentarse al pueblo soberano en defensa del progreso y todo lo demás.
El arribista y el césar
El césar es el guardián (en funciones) del poder establecido y quiere destruirlo con la misma determinación con que el arribista quiere ocupar el sillón del césar. Esta es la tragedia shakespeariana, en versión de teatrillo para escolares de primaria, que tiene como rehenes a once millones doscientos mil votantes de izquierda.
La sociedad civil
Habrá elecciones en otoño con la esperanza de se parezcan lo más posible a un plebiscito a favor de don Sánchez, convencido de su misión providencial. Es como si a Moisés, después de ser rescatado de las aguas del Nilo plagadas de cocodrilos y de haber hablado con dios en varias ocasiones, le hubieran obligado a ponerse de acuerdo con las diversas facciones del pueblo judío sobre la hoja de ruta a la tierra prometida.
Operación ‘Reencuentro’
‘Pepé’ y ‘pesoe’ son dos fincas contiguas cuyos propietarios discuten a veces por cuestiones de lindes y otras minucias de vecinos pero que ahora tienen el objetivo común de librarse de los okupas que les han arrebatado parte del terreno y les están saqueando la fruta. Populistas, indepes, regionalistas de todo pelaje, hala, a los márgenes del predio constitucional de donde nunca debieron salir.