De niño, las pelis de dibujos animados que más me gustaban porque me partía de risa con ellas eran las de Tom y Jerry. El ratoncito inteligente y vivaracho que sobrevivía a todas las trampas urdidas por el gatazo indolente y abusón. Las historias de gatos y ratones constituyen un tópico ilustrativo de la lucha por la vida. Sin embargo, la fuerza de los gatos no reside solo en su condición biológica sino en su alianza con los objetivos de los humanos, es decir, con los animales que ocupan la cúspide de la cadena trófica, los cuales utilizan también a estos felinos domésticos para ilustrar otros cuentos morales y para alimentar la sabiduría low cost que circula por Facebook. El otro día mencionábamos en esta bitácora a Felipe González y su fábula china del gato negro y gato blanco, no importa con tal de que cace ratones, que ilustra como ninguna otra la renuncia del socialismo a su ser político en pos del enriquecimiento. Estas fábulas son como las predicciones de los videntes. Unas aciertan y otras no. Por lo que sabemos, en el caso particular de Felipe González, acertó: hoy he leído en un periódico que el renacido líder llega a cobrar cien mil euros por alguna de las conferencias que imparte. Puedo imaginarlo ante un auditorio de terratenientes y banqueros venezolanos, arrobados escuchándole decir que ellos son la democracia. Juan Carlos Monedero, el fundador de Podemos, también recurre hoy a la cansina fábula de los gatos y los ratones para explicar la posición que debe adoptar su partido en la actual tesitura. Lo más fastidioso de su argumentación es precisamente el recurso a la parábola zoológica para introducir el asunto. Pueden leerlo aquí, pero ya les adelanto que los ratones son los podemitas y los gatos todos los demás. En cierto momento del relato de Monedero, hacia la mitad del artículo de opinión, los protagonistas del cuento se desembarazan de sus disfraces de ratones y gatos y pasan a ser lo que en realidad son: agentes políticos en una situación muy compleja que no se deja reducir a la simplista dialéctica de los dibujos animados. ¿Qué deben hacer los ratones ante la ofensiva de los gatos? O de los poderes fácticos como también son llamados con una muletilla añeja que viene de los tiempos de la transición y que pertenece más al pensamiento mágico que al político. Bien, en esta situación, la respuesta de Monedero es firme y numantina: mantener la moral ante el tsunami  gatuno y no temer a las nuevas elecciones, en las que los ratones serán hegemónicos. En cuanto al debate que recorre el partido, y que parece muy serio, el profesor lo minimiza comparándolo con una comunidad de vecinos. ¿Ha asistido Monedero alguna vez a una reunión de comunidad de vecinos? Quienes han experimentado la democracia vecinal, recurren con frecuencia a una gestora especializada en fincas urbanas si quieren que se cambie una bombilla o se repare la antena parabólica. Mal asunto cuando los dirigentes de un partido empiezan a tratar a sus bases como párvulos ensimismados en las aventuras de Tom y Jerry.