La unioneuropea es un tentetieso. El juguete, como saben, consiste en una o varias figurillas sobre una pesada base semiesférica que aloja el centro de gravedad del artilugio; los jugadores empujan las figurillas, el juguete se balancea e inexorablemente vuelve a la posición erecta. ¿Hay algún juguete más idiota y aburrido que este? Diríase que diseñado para caracteres obsesivos y melancólicos. Los prebostes de la unioneuropea han pasado unos días toqueteando las figurillas hasta que, por último, el chisme ha recuperado la posición de partida. La presidencia de la comisión, para Alemania; el banco europeo, para Francia, y el mando honorífico de la política exterior para un país mediterráneo que ha caído bien este año en Bruselas después de que Italia, el primogénito del sector meridional, haya decidido en esta ocasión jugar a la contra. No obstante, son muchos años de compartir camarote e Italia ha tenido premio de consolación en el tinglado y además le han librado de la multa por el exceso de deuda. A los del este, ni agua, que se aguanten en su conciliábulo  de Visegrado y que se chinchen por tocapelotas y populistas. El tentetieso ha sobrevivido a los zarandeos y, sobre todo, ha mantenido el equilibrio por el que reconocemos a la unioneuropea: predominio alemán, presencia francesa y política exterior a cargo de un tercer país de circunstancias. Veamos.

Frau von der Leyen, al frente de la comisión europea (lo más parecido que tiene la a un gobierno), es la delfina de frau Merkel a la que en su país no consideran que pueda sustituir en la cancillería por haber perpetrado, presuntamente, un miserable plagio en su tesis doctoral, así que ¿hay un destino mejor para ella que un puesto delegado del canciller, una especie de virreynato con mando sobre el resto de los europeos? Por parte francesa, madame Lagarde ha debido hacer una gran labor al frente del efeemei porque le han encontrado un retiro en el banco europeo para dirigir la política monetaria en la zona euro. Desde luego, no parece que madame Legarde compartiera el desenfreno financiero de don Rato y sexual de monsieur Strauss Kahn, sus dos predecesores en el efeemei, aunque tuvo sus cosillas y todo lo que sabe de economía monetaria lo ha aprendido sobre la marcha, lo que ahora se ha convertido en la principal virtud de la elegida. Curiosamente, instituyeron el beceé como un banco independiente de la política y ponen a la cabeza a un personaje cuyas únicas cualidades conocidas son políticas.

Y, por último, llegamos al alto representante de la para la política exterior y la defensa. Para acercarnos al personaje, le propongo, querido lector, un acertijo: ¿sabe usted quién es doña Federica Mongherini? Pues eso mismo es lo que saben el resto de los europeos sobre quién es don José Borrell, que le ha sustituido en el cargo. No hace ni unos días que nos mintió diciendo que renunciaba a su escaño en el parlamento europeo (encabezó la lista socialista española) para seguir con la cartera ministerial ante las dificultades que se avecinaban en la formación del nuevo gobierno. ¿Será bellaco el tío?, ¿pues no estaba esperando este cargo que su jefe, don Sánchez, negociaba para él en Bruselas? Don Borrell arrastra una decadencia penosa. El rutilante socialdemócrata ex ministro de Hacienda, que fuera estafado por unos manguis cuando intentaba aprovechar un pelotazo de cambio de divisas por internet, ha devenido en viejo gruñón e irascible, y tiene suficiente carrera política a su espalda para saber que si alguien es nombrado alto representante es porque ni es alto ni representa nada. En clave doméstica, los indepes catalanes habrán tomado nota del mensaje. El tentetieso sigue en pie.