El tiempo ido es siempre un naufragio y el superviviente se encuentra rodeado, iba a escribir asediado, por los pecios del pasado. La rutina nos lleva a dedicar estas fechas a la limpieza de la playa en la que estamos varados y en esta tarea se encuentran cachivaches y piezas de utilería que no conseguimos engranar, fragmentos del lenguaje que permanecen como diminutos fósiles alineados en el rayadillo de un cuaderno escolar cuya portada muestra una reproducción del retrato de Baldassare Castiglione que pintó su amigo, Rafael Sanzio. Este Castiglione es el tipo con el que cruzo la primera mirada cada mañana desde hace un par de años y aún no sé qué quiere decirme. He aquí algunos de estos pecios, por si al lector le sirven de algo:
– La nostalgia es el espejismo de que el pasado está habitado.
– Las palabras son gregarias y abrevan en los tópicos.
– La mirada del recién nacido, el primer acto de la voluntad (a Ainhoa Bear).
– Esperó una llamada telefónica cuando todo el mundo se comunicaba por whatsapp.
– Lees la Historia, y parece un cuento.
– Lo que hace que la vida no sea una obra de teatro son los títulos de propiedad sobre el atrezzo.
– Las palabras, hormigas en un vertedero… quizás tengan alguna función ecológica.
– En el momento de la muerte, la vida pasa ante tus ojos: es la última alucinación.
– La vejez: pierdes el brillo de los ojos, miras menos, te miran menos.
– En el último peldaño de la escritura, las palabras se confunden con la verdad.
– Instalarse en la jubilación es cultivar el jardín del cementerio.
– El dios del Libro nació en el desierto, así que se le da bien manifestarse cuando la arena parece que vaya a cubrir el mundo.
– Llueve y escampa y sale el sol, y la ansiedad aumenta.
– Las palabras acuden al auxilio de los hechos: los explican, los interpretan, los completan, los suplantan, los ahogan.
– La socialdemocracia es un tuiteo entre los pobres y los ricos [en la versión original decía titubeo, pero significa lo mismo] .
– Se implantó una red neuronal en el lóbulo central para aumentar su inteligencia y desde entonces no cesa de discutir con el implante.
– Las telas de araña y las redes sociales ponen en evidencia la torpeza de las moscas (a Cayetana Álvarez de Toledo, grande de España).
Y un último pecio, éste del naufragio de Arthur Koestler, que quizás pueda aprovechar a nuestros afanosos políticos en las tediosas negociaciones con que nos afligirán a todos en las próximas semanas: “El miedo a encontrarse en malas compañías no es una expresión de pureza política sino de falta de confianza en uno mismo”. Y a fe que Koestler, el compañero de viaje de todas las causas del siglo XX, sabía de qué hablaba. Tenía tal confianza en sí mismo que acabó suicidándose, y en el trance se llevó a su esposa consigo para tener compañía.