Hola, amables lectores y lectoras de esta bitácora, gracias por vuestra fidelidad, tenga la continuidad que tenga, cuando cumplimos 197 ocurrencias en este artefacto, y mis más fervientes deseos de que la hidra neoliberal y la pesadilla de gobernación que hemos padecido estos años os hayan dejado algún despojo para celebrar las fiestas. Y no os olvidéis de discutir en la cena de esta noche y en los sucesivos encuentros familiares y amicales de estos días. Una buena discusión dilata los poros, ejercita el carácter y refuerza la cohesión del grupo. Sin entrar en asuntos privados, que siempre son más peliagudos, temas de discusión hay a porrillo, pero si el ajetreo de estos días os ha impedido pensar en qué discutir, ahí va una propuesta de rabiosa actualidad: ¿Pueden las mujeres figurar como reyes magos en las cabalgatas? La alcaldesa de Madrid ha autorizado que así sea en los festejos de la capital y la gente de orden ha puesto el grito en el cielo. Esta cuestión tiene un correlato en otro debate crónico en mi pueblo, aún no resuelto: ¿Debe Baltasar ser representado por un negro de verdad o por un blanco pintado de negro? Para entendernos en esta guerra de religión, los partidarios de las mujeres como reyes magos y de que Baltasar sea un negro negro son podemitas y los que quieren que las cosas permanezcan como toda la vida, y fuera mujeres y negros del belén, son populares. Esperanza Aguirre está asediada hasta por los reyes transgénero y no sabe cómo resistir a la ola revolucionaria que se ha adueñado de su pesebre. Ciudadanos y socialistas no se han pronunciado; bastante tienen los pobres con lo suyo. Unos, condenados por las urnas a la irrelevancia y los otros, empujados a traicionar a sus votantes en aras de gobernabilidad. Un papelón, como para pensar en la cabalgata de reyes. A un columnista de periódico se le ha ido la pinza comentando el asunto y ha argumentado por elevación: ¿Ha nacido la Niña Jesusa? Como ven, es un tema estupendo para perder la cabeza, así que, si aún siguen interesados en él como cebo para la discusión de nochebuena, les diré que me he sumado al correcalles y he indagado un poco en las representaciones más modernas de Jesús, las del cine. El fundador del cristianismo fue palestino, es decir, previsiblemente, no muy alto, quizás pícnico, de nariz prominente y cabellos oscuros y rizados. Sin embargo, ha sido interpretado, entre otros, por Brian Deacon, Robert Powell, Jeffrey Hunter, Max von Sydow y Willen Dafoe, todos anglosajones o nórdicos, razonablemente altos, atléticos, rubios, de melena lacia y ojos azules. No son chicas, desde luego, pero en las calles de Gaza llamarían la atención. Sin embargo, no recuerdo que hubiera protestas episcopales o de otro origen por estos cristos rubiales. La interpretación de Dafoe sí fue contestada por algunos feligreses que rezaban el rosario a la puerta del cine pero no porque Jesús tuviera cara de psicópata en la película de Scorsese sino porque había alguna escena de ayuntamiento carnal. Quizás el cristo que más se aproximaría a su estereotipo racial sea el de Enrique Irazoqui, que lo encarnó en la película de Pasolini, pero el director era rojo, así que no sé qué es peor. Bien, si la identidad fisiognómica de Jesús es tan varipopinta, qué no será la de los reyes magos. Detrás de esas barbas y bajo esa capa de armiño puede ir cualquiera al que le vaya la marcha real. Ya veis que es un asunto proclive al debate, y muy navideño, así que no perdáis la oportunidad y ¡que la fuerza os acompañe y la fiesta os sea leve!
P.S. Ya hemos activado, por fin, el artilugio de adición y publicación de comentarios de los lectores. Estáis invitados.
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