Pero si Isa Serra no es una acusada común, tampoco debería comportarse como una condenada común. Sin duda, representa una determinada bandera, también en el banquillo. Aparte de su derecho al recurso a instancia superior, debería renunciar a su escaño parlamentario para no fomentar las contradicciones de su partido, y, en la forma que considere oportuna, pedir disculpas a los policías agraviados.
La amputación
Este año no habrá sanfermines en la remota provincia subpirenaica. No consigo imaginar una amputación más despiadada a la identidad compartida de mis paisanos. Pero si alguien esperaba un alarido de dolor unánime al conocerse la noticia, se ha equivocado. ¿Volverá la misma simbiosis de los elementos que hacen posible el acontecimiento tal como ha evolucionado hasta ahora? Hay tiempo para pensarlo. Ahora estamos a otras.
Un toque de distinción
He aquí un efecto colateral de la peste. Una dama de prometedora carrera en el foro convertida repentinamente en una perfecta idiota. Y si sale de esta, aún podrá contar a sus nietas que sobrevivió a un virus creado en un laboratorio de Madrid. Pero, el laboratorio ¿no era de Wuhan?, preguntarán las chiquillas que han nacido con la wikipedia implantada en el cerebro.
El lapsus del general
Tenía que ocurrir. Una rueda de prensa en formato de orfeón hace inevitable alguna nota desafinada. Los estrategas de la comunicación gubernamental decidieron presentar no un portavoz sino una falange macedónica en formación de tortuga formada por ministros, subsecretarios, jefes departamentales y, para otorgar contundencia al orden de batalla, mandos militares con el pecho esmaltado de medallas.
Profecías
Después de leer a Harari podemos entender el sosiego de espíritu que invadía a los hebreos tras escuchar a Isasías o a Jeremías. No sé cómo hemos podido vivir tanto tiempo en esta babilonia global sin la voz de un profeta comiéndonos la oreja.