La fotografía que encabeza estas líneas está impregnada de esperanza. Rostros exultantes, confiados, y cuerpos vigorosos que no pueden ocultar la impaciencia ante el inicio de la aventura. La vida es una promesa. Julio de 1976. Los siete veinteañeros forman parte del grupo de once que se dispone a asaltar los cielos en un ignoto pico de nombre impronunciable –Shakhaur, 7.116 metros- de la cadena del Hindu Kush en Afganistán. Un viaje iniciático. La primera expedición que desde esta provincia subpirenaica intenta coronar un sietemil en un país del que no saben nada y para llegar al cual atraviesan Europa y parte de Asia en unos sobrecargados land rover de aspecto antediluviano. Te montas en el land rover, tiras carretera adelante y llegas al sitio, explicaba Javi Pastor (en la foto, 3º dcha.) cuando sus amigos sedentarios le pedían detalles del viaje. Para él, el mundo no tenía fronteras, y la vida tampoco, y no valía la pena detenerse a explicarlo.

La ascensión fue un éxito. Nueve de los once expedicionarios hicieron cumbre; entre ellos, Trini Cornellana (3ª izda.), la única mujer del grupo y la primera en el mundo que ha coronado un sietemil. Al descenso, dos escaladores se despeñaron. Leandro Arbeloa (1ª izda.) murió en el acto y Gerardo Plaza (2º dcha.) sufrió severas heridas en la pierna izquierda y magulladuras por todo el cuerpo. Durante horas esperó a que pasaran por la ruta prevista los compañeros que venían detrás. La azarosa evacuación del herido fue posible por la colaboración de una cordada de escaladores polacos que estaba en el campo base para iniciar el ascenso y que renunció a sus planes para ayudar en el rescate, que de otro modo, muy probablemente, no hubiera sido posible. Leandro quedó en la imponente tumba de la montaña. Aquella tragedia compartida estableció una duradera relación entre los dos grupos en el ocaso de la guerra fría y de los cambios registrados en Europa entre los años setenta y ochenta. Ahora, han tenido ocasión de volver a encontrarse en el mismo lugar en que empezó la expedición, cuarenta y cinco años atrás. Los rostros y los cuerpos están trabajados por el tiempo pero las sonrisas permanencen intactas.

Mendiak-1976 es un hipnótico y conmovedor documental de Luis Arrieta y Jesús Iriarte que cuenta la historia a través de los registros audiovisuales de aquella aventura y de la memoria de los supervivientes. Javi Pastor, que protagoniza la jubilosa imagen del cartel de la película con los brazos en alto en la cumbre del Shakhaur, murió dos años más tarde en un accidente de escalada en el Mont Blanc. La noticia se desvela al espectador por una carta en inglés que un miembro de la expedición navarra envió a otro de la expedición polaca y que este lee ante la cámara. Para quienes fuimos amigos de Javi es como si el eco de su memoria nos llegara intacto a través del tiempo, del espacio y de la babel de lenguas que debió reinar durante aquellas horas inciertas en las escarpaduras del Hindu Kush, donde eran más útiles la generosidad, el coraje y la destreza que las palabras, y que ahora adquieren dimensiones épicas a pesar de la insobornable modestia de sus protagonistas ante la cámara. Cuatro años después de aquel salvamento, Gerardo, el de la sonrisa tímida, que amaba la montaña más que a cualquier otra cosa y que había demostrado un temple y una fortaleza excepcionales en las peores circunstancias imaginables, se quitó la vida.

Se encienden las luces de la sala y el espectador está en medio de un mar de cabezas de color ceniza y así termina el año 2021.