Entre las hojas muertas de la información asperjada en las últimas horas descubre la frecuencia con que aparece la expresión ‘nuestros mayores’ en los discursos y moralinas de políticos y periodistas. Todos los sacrificios infligidos a la población están destinados a proteger a nuestros mayores. Hasta don Sánchez, de natural torpón en estos menesteres discursivos, introdujo el sintagma en su churchilliana alocución para anunciar el estado de alarma en el que estamos.
El genio de las naciones
El observador confinado en su casa tiene el mundo ante sí como un vasto campo de batalla en la que los distintos cuerpos de ejército adoptan estrategias diversas para enfrentar al enemigo común. La evidencia dice que el número de tácticas para frenar su avance es muy limitado; de hecho, solo hay unas pocas eficientes, iguales para todas las circunstancias. Pero hay que contar con el genio de las naciones.
El huevo originario
Nos gusta que nos expliquen la cosa en un tono de voz amable, tranquilizador, ligeramente elusivo, con gráficas y apelaciones a la ciencia, como si la peste fuera un tema de la ESO que no necesariamente caerá en el examen. El resultado es que aquí el virus se muestra muy musculoso y atlético pues se ha expandido en un medio en el que lo único que sobra es espacio entre las personas y donde las agregaciones de población de dimensiones masivas son pocas y, en apariencia, más fácilmente controlables que en China.
Café de media mañana
Café de media mañana. La reunión se celebra como siempre en una cafetería en la que hoy se registra una notable deserción de la clientela. Los grupitos en los que la rutina cafetera ha vencido al miedo están aislados por un piélago de mesas vacías y sobre las tazas de café con leche revolotea un solo tema de conversación, ya saben cuál.
Apocalipsis
El apocalipsis es el horizonte en nuestra cultura. Nadie entiende los términos de la profecía pero todo el mundo sabe lo que quiere decir y cualquier incidente masivo e inédito adquiere los tintes del libro. El coronavirus, ahora mismo. El apocalipsis es una droga adictiva. Vivimos esperándolo, como un yonqui en una esquina.