Las redes sociales y el enjambre comunicacional que nos envuelve van a acabar con la democracia y, lo que es peor, con nuestro sentido de la realidad. Quien hoy estuviera interesado en conocer el pulso de la escena política del país tenía que saber quién es Leire Díez, el personaje de moda de esta mañana. Por lo que se nos ha dado a saber, es una dama de mediana edad, rubicunda y de expresión pánfila que aparece fotografiada en encuentros varios con los capitostes del pesoe, actuales y del inmediato pasado, empezando por el mismísimo don Sánchez. Como no puede ser que sea amiga personal de todos ellos, habremos de aceptar que es de la familia, la típica cuñada que no se pierde ni una boda ni un entierro, si bien tampoco puede decirse que sea ajena al aparato o una simple militante de a pie, como la han calificado sus correligionarios para sacudírsela de encima. En la constelación de enchufes disponibles para cualquier gobierno, doña Leire Díez, no solo ha sido concejal del partido en un pueblico sino también, como periodista (la profesión del presente y del futuro), ha ocupado cargos en el staff de sendas empresas públicas, dedicadas respectivamente a la gestión del uranio (Enusa) y de la filatelia (Correos).

En Madrid, como es sabido, los que mandan algo, aunque sea poco, van a sus tareas armados de una grabadora, como los que pintaban algo en el far west iban con un colt porque nunca se sabe cuándo una reunión amistosa va a convertirse en un tiroteo. Y es el caso que de una de estas reuniones se ha filtrado un vídeo en el que doña Leire Díez pide a su interlocutor, un empresario imputado en el llamado caso hidrocarburos, que le proporcione información comprometida (kompromat, lo llaman los rusos) sobre el jefe de la ya famosa uco, unidad de la guardia civil que investiga, entre otros, los hidrocarburos, los koldos, las begoñas y los hermanísimos. A cambio, doña Díez ofrece a su interlocutor mediar para la celebración de una reunión con el fiscal para, se supone, aliviar al empresario de sus desvelos procesales. No se sabe qué información comprometida sobre el jefe de la guardia civil puede ofrecer el empresario ni qué autoridad tiene la aventurada doña Leire para influir en la agenda del fiscal. Todo parece bastante tonto pero es idiosincrasia típicamente madrileña, que recuerda los tiempos en que cualquier vecino de la villa y corte estaba a la última de lo que ocurría en el palacio de El Pardo porque tenía un primo en la guardia de Franco. Este mamoneo incesante, autorreferencial, rige la política nacional.

Para la oposición todo vale en el convento y la prensa adicta, ya sea seria, gamberra o disipada, se ha hecho eco de la filtración sin más cautela que la conjugación de los verbos en modo condicional –sería, habría-, que es la forma resbaladiza de atribuir a doña Leire su función como mano derecha del don Santos Cerdán, número tres del pesoe, o como fontanera del partido. La inferencia de que don Sánchez pretende desprestigiar a la guardia civil para salvar de la acción de la justicia a su esposa y hermano cae por su propio peso y si cuela, cuela. En unos días, nadie se acordará de doña Leire como nadie se acuerda del tito Berni y otras burbujas tóxicas creadas y lanzadas desde la fachosfera mediática sin ningún soporte en la realidad.

Sin embargo, esto no libra a la sociedad de un calambrazo cada vez que hacen estallar uno de estos petardos y la incesante mascletá produce una inevitable fatiga cuyo efecto electoral quizá convendría prever. La respuesta del gobierno y del partido a cada envite suele ser blanda y titubeante: ahora mismo se han limitado a expresar su malestar y anunciar la apertura de un expediente informativo sobre los hechos. La estrategia del correcaminos frente al coyote, que tanto éxito le ha proporcionado a don Sánchez hasta ahora, podría fallar algún día y no se puede negar el efecto acumulativo de las trampas del coyote y el contagio que puede provocar en otros especímenes de la fauna, animados a incorporarse al juego. Dicho y publicado por don Tomás Gómez, antiguo secretario general del pesoe madrileño: “he visto a Sánchez coger una urna y meterla detrás de un biombo para cambiar el resultado”. Hala.