El diccionario de la real academia española es el establecimiento geriátrico más feliz del mundo. Los vejetes que lo frecuentamos encontramos antiguos amigos que nos recuerdan los buenos tiempos, caras nuevas que cuentan historias insospechadas, algún desaparecido, ay, y algún o alguna que se ha aliñado para parecer más moderno. El diccionario, como las demás instituciones públicas del país, celebra una fiesta de fin de año para dar noticia de las nuevas incorporaciones y cambios registrados en la comunidad léxica. Este año, la actualización del repertorio contiene 3.152 modificaciones entre adiciones, nuevas acepciones y enmiendas. Podemos imaginar a los académicos como escolares del colegio de San Ildefonso, excitados y vehementes, que corren desde el bombo donde giran las partículas del acervo de la lengua hasta la página del diccionario, cantando: sancochoooo, guiso típico de las islaas Canariaaas.
Para los usuarios es como abrir los paquetes de regalos navideños. Este año han incluido por fin facóquero, lo que yo había pedido porque es una palabra que echo en falta cada vez que el jabalí verrugoso africano aparece paseando por la sabana en los somnolientos documentales de fauna de la sobremesa. Ítem más, ¿cómo referirse a ese fastidioso amigo que exhibe una salud de hierro? Pues hiperinmune, que bien podría pasar por un insulto. También han consagrado edadismo, y ya era hora porque los viejos no teníamos una palabra para replicar a nuestra nieta cuando nos dice, abuelo, te queremos mucho pero no dices más que tonterías. Tú eres una edadista, niña. En general, las conversaciones con la nieta se van a ver notablemente enriquecidas. El otro día apareció por casa con unos pantalones abombachados de color tierra y una camisa a cuadros de las que dicen de leñador y al viejo le faltaron palabras para piropearla. Hoy ya sabe que podría haberle dicho que parecía ruralizada.
Y hablando de piropos, la academia ha consagrado micromachismo. El corrector de word de Microsoft no debe haberse enterado aún porque la subraya en rojo. La definición adoptada es, forma de machismo que se manifiesta en pequeños actos, gestos o expresiones habitualmente inconscientes. El lexicógrafo encargado de la edición del diccionario de 2123 la corregirá más o menos así: dícese del conjunto de actitudes de la persona masculina cisgénero en relación con las personas de género autodeterminado. Pero donde la academia ha tirado la casa por la ventana es en el campo semántico de lo tecno-social, y allá van, a chorro, macrodatos, puntocom, videojugador, minería de datos, obsolescencia programada, etcétera. Diríase que la academia no es consciente de que estos hijuelos a los que reconoce el derecho a habitar el diccionario lo están matando, convertido, no en el prescriptor de la lengua sino en su coche escoba.
El diccionario debe atender a todos los gustos e incorpora -a buenas horas, mangas verdes- palabras de jerga, si no extintas, sí apolilladas, como gusa, pifostio o habemus y cursiladas como poliamor, que define una situación que viene del momento en que Adán y Eva dejaron de estar solos en la Tierra. La academia no ha olvidado homenajear a los creadores del idioma y ha entronizado adjetivos como garciamarquiano y cortazariano pero ignora al único escritor vivo de aquella generación de gigantes, premio nobel de literatura por más señas, y obvia vargasllosiano, porque a los lexicógrafos solo se les ocurría una acepción posible, dícese de quien vive y predica como el marido de doña Isabel Preysler. La cosecha léxica de este año incluye el legado del eximio y difunto novelista y académico don Javier Marías, que ha dejado en herencia, traslaticio, hagioscopio y sobrevenido, lo que explica el espeso silencio que siguió al fallecimiento de nuestro casi nobel si se compara con la interminable sucesión de homenajes a la memoria de su colega de oficio doña Almudena Grandes. Simplemente, después de traslaticio, hagioscopio y sobrevenido, don Marías nos dejó sin palabras.
Eah. Basta ya de palabras por este año. Los supervivientes volveremos a encontrarnos con suerte en este rincón a principios del próximo enero.
Muchas gracias por las risas de fin de año. Lo del edadismo es superior