Odio las causas, y si tuviera que elegir entre traicionar a mi país y traicionar a mi amigo, espero tener las agallas para traicionar a mi país. (E. M. Forster)
La bizarra sentencia (citada de memoria) del novelista inglés, autor de Pasaje a la India, ha sido adoptada un siglo después por una cuadrilla de miembros y beneficiarios del parlamento europeo –parlamentarios en activo, asistentes, familiares y correligionarios–, que, en la tesitura de traicionar los valores de la Europa que representan o traicionar a su amigo el emir de Catar, han elegido lo primero. El grupo se llamaba a sí mismo amigos de Catar y en justa reciprocidad por los desvelos de su amistad recibían una pasta del amigo catarí por un monto, hasta ahora descubierto, de millón y medio de euros. ¿En qué parlamento del mundo se acepta la existencia de una organización de amiguetes de un país tercero?
El grupo de amigos estaba presidido por el español balear, don Bauzá, de la cuadra liberal de doña Arrimadas y antes del pepé, y lo que tenían en común los componentes del grupo era su origen en países que baña el Mediterráneo, el mar de los fenicios, que nos trajeron el alfabeto, el comercio y un modo de vida más desahogado que el de nuestros vecinos del norte. Al parecer, esta es la primera vez en sesenta y cuatro años de veteranía de la eurocámara, que se descubre una corruptela de esta naturaleza, lo que ha dado pie a la presidenta de la institución, doña Roberta Metsola, para poner el grito en el cielo y calificar lo desvelado como un ataque a la democracia europea. Doña Metsola es maltesa y la sobreactuación es también un rasgo mediterráneo, que quizá se justifica porque la presidenta no tenía otro recurso a mano para impresionar a los europeos septentrionales cuyos valores calvinistas y hanseáticos rigen en la unioneuropea. Para los meridionales el atrezo es consabido: dinero en metálico llevado en carretilla por los pasillos del poder y una trama inexpugnable de participantes, cómplices y conocedores, cuyo desentrañamiento y ulterior condena llevará meses o años a la policía y a los jueces. Si lo sabremos.
En su catilinaria, la presidenta doña Metsola obvia el hecho de que la corrupción no se ha descubierto por los controles internos del parlamento sino por la acción del servicio secreto belga. Los cataríes habían montado un lobby irregular, más o menos lo mismo que han hecho con el tinglado del fútbol y con el mismo propósito, pero la elemental vigilancia interna del funcionamiento de la cámara no lo había detectado. Podemos imaginar que si Catar no hubiera estado en el punto de mira de algunos estados europeos por razones obvias, el chanchullo no se habría descubierto, lo que lleva a inducir que hay o puede haber otros lobbies operando de la misma manera para otros fines. El espectador ajeno puede preguntarse qué beneficios espera obtener el corruptor pero lo que parece es que el parlamento europeo es una charca en la que cualquiera que lance la caña puede pescar un batracio.
Los europarlamentarios electos los son en listas nacionales que parecen listados de beneficiarios, nutridas de políticos excedentes de cupo y versos libres de sus respectivos partidos, y no responden ante nadie, ni ante su electorado, que no sabe que existen, ni ante su propio partido, que no les hace caso; forman grupos parlamentarios sin disciplina ni coherencia internas; su trabajo es más deliberante que legislativo y disponen de recursos para llevar a cabo iniciativas extravagantes sin más mandato que la propia voluntad del parlamentario. Un escaño en Estrasburgo es una prima de jubilación política que te otorga tu partido o un exilio bien pagado. Los lectores interesados en el funcionamiento del parlamento europeo pueden leer las erráticas memorias de la ex europarlamentaria Teresa Giménez Barbat, también procedente del partido de doña Arrimadas, vaya, recensionadas en esta bitácora.