Se ve que los obispos se sienten desplazados de la ordalía a que está sometiendo la derecha al gobierno socialcomunista de don Sánchez y quieren pillar cacho. El mitrado don Munilla ha encendido la antorcha con un tópico del argumentario de estos días –desde luego, no iba a encontrar mejores razones en las epístolas de san Pablo- y ha arremetido contra el traspaso de las competencias de tráfico a la remota provincia subpirenaica. De acuerdo con el manual, ha predicado que este acto administrativo es una afrenta a las víctimas del terrorismo de eta. Pura teología. A los más viejos del lugar esta milonga nos produce un cansancio inenarrable. Veamos.
Las carreteras, o caminos, es una de las competencias privativas de la provincia desde que se pusieron negro sobre blanco los límites del régimen foral en el estado constitucional, allá por el primer tercio del siglo XIX. La competencia incluía la construcción y mantenimiento de las vías interiores y su vigilancia. Durante décadas, la policía provincial, aquí llamada foral, solo tuvo dos encomiendas específicas: la custodia de las autoridades y sedes que representaban la autonomía del reyno (así suena más señero, como el vino viejo) y la vigilancia del tráfico en las carreteras del territorio, cuya calidad, por cierto, era reconocida en todo el país. Este estatus se mantuvo hasta los años cincuenta del pasado siglo, cuando don Camilo Alonso Vega, alias don Camulo, mano dura del régimen y director de la guardia civil y más tarde ministro de gobernación, introdujo unilateralmente y a la brava a la benemérita en estos menesteres. Hasta aquí, la prehistoria.
Reinstaurada, o como se quiera decir, la democracia y promulgado el nuevo estatuto de autonomía, así llamado amejoramiento del fuero, el retorno de las competencias de tráfico fue una demanda latente. El tema se trató en el parlamento regional al menos en una ocasión en los años ochenta, con gobiernos socialistas en la provincia y en Madrid y a iniciativa de la derecha regionalista, sí, el partido en que se crió el desnortado don García Adanero, que ahora anda como pollo sin cabeza en busca de su lugar en el mundo, y al que el otro día vimos perorar airadamente contra el traspaso de la competencia en la tribuna del congreso. En aquella ocasión fue el pesoe en el gobierno el que se opuso al traspaso, quizá por jacobinismo o por no remover el delicado tinglado institucional en una época bastante más recia que la actual. Pero la demanda estaba lejos de quedar amortizada y hace veinte años de nuevo la derecha regionalista la puso sobre la mesa y consiguió que don Aznar en el cénit de su carrera política prometiera satisfacerla. De hecho, la policía foral ya gestiona las competencias de tráfico, si bien en colaboración con la guardia civil cuya retirada de estos menesteres beneficiará en primer término a los guardias, que, si quieren, podrán cambiar el color del uniforme, rojo por verde, y tendrán mejor sueldo.
El destino histórico ha querido que la remota provincia subpirenaica sea una especie de clave del destartalo territorial del país. En el mapa mental de la derecha es una finca de su propiedad frente a, digamos, Cataluña, que es territorio comanche. Entre las tribus indígenas que habitamos el lugar, la cosa no está tan clara. Hay férvidos centralistas, como el mencionado converso don García Adanero, pero también quienes rememoran derrotas acaecidas hace quinientos años y añoran el reyno independiente de Castilla bajo el cetro de un rey francés. Si eres aficionado a estas curiosidades, este es tu parque temático.
Los pobres franceses que vienen a la remota provincia subpirenaica procedentes de las provincias uppirenaicas ya se empiezan a liar con el binomio Irún/Iruña y después en cuestión de unos kilómetros con guardias de tráfico de todos los colores y boinas diversas (ertzaintza, forales, guardiaciviles). Muchos de ellos se preguntan si por uno de esos milagros de velocidad autopistera no están ya en Marruecos.
Uniformar los uniformes para no confundir a nuestros primos franceses de las provincias suprapirenaicas, he aquí otra razón para el traspaso de compertencias. Gracias, Rodergas. Eres el único seguidor de este blog que piensa en francés.