Sísifo reemprende la tarea.
Las interrupciones del flujo de las palabras por razones técnicas, como la que hemos registrado estos días pasados, evocan inevitablemente la voluntad de Hal en su empeño por expulsar de su dominio al tripulante de la nave Discovery. El autor de estas digresiones ha esperado flotando en la oscuridad del espacio exterior a que le fuera abierta de nuevo la escotilla de acceso y pudiera sentarse al tablero de mandos frente al que no puede dejar de sentirse un extraño. Un invitado indeseado. El escribidor lo sabe y la máquina también. Sea como sea, avanzamos, aunque quién sabe si nuestro destino no será, como en la ficción de Arthur C. Clarke y Stanley Kubrick, el feto, la larva, que fuimos. Viaje a la simiente. Eterno retorno. Debemos imaginar a Sísifo feliz, Albert Camus dixit.
Mañana más.