Las reuniones militares siempre son inquietantes. Lo mejor que puede ocurrir es que no ocurra nada pero este año no ha habido suerte. La pascua militar, lo que quiera que sea esa celebración, ha emitido un mensaje bélico en boca de nuestro bienamado rey don Felipe. Estamos en guerra contra Rusia y hay que rearmarse. El mismo mensaje -escuetamente formulado, como corresponde al laconismo militar de nuestro estilo ¿quién dijo eso?- lo ha repetido la ministra del ramo, doña Robles: hay que aumentar el gasto en defensa. Tampoco es una noticia nueva, el gobierno la había anunciado hace meses, cuando Rusia desencadenó la invasión que dio lugar a la guerra de Ucrania. En aquella ocasión, el anuncio no tuvo ni una réplica, ni un comentario, en este país donde se opina sobre todo lo que se menea.  Lo militar acojona, que diría el marqués de Leguineche.  A don Arza, el primer presidente democrático que tuvo esta remota provincia subpirenaica, el golpe de Tejero aquel 23f le sorprendió mientras tomaba  las medidas a la  poltrona recién estrenada. Le informaron del asalto de los  guardias al congreso y, tras un segundo de reflexión, dejó la poltrona y se fue a su casa. Volvió al día siguiente al despacho después de oír la radio pero, como comentó él mismo, con los militares nunca se sabe.

La pregunta es, ¿cuánto tiempo estaremos en la contradicción de considerar la guerra de Ucrania como un hecho lejano mientras nos implicamos en ella de manera inevitablemente creciente? Y otra pregunta, aceptando la premisa de que quizá haya que aumentar el gasto militar: ¿qué armamento, para qué uso, con qué fines? Y otra más, ¿ese aumento del gasto es para proveer al ejército ucraniano, por necesidades operativas propias de nuestro país o para subvencionar a la industria de armamento y/o contentar a la corporación militar? Si tuviéramos un gobierno de la derecha, ni siquiera valdría la pena formular estas cuestiones pero, caramba, el gobierno más progresista de la historia, ¿no podría hacer un esfuerzo didáctico y asperjar sobre nuestras entendederas alguna explicación aunque sea falsa? Claro que pedirle a don Sánchez una explicación sobre lo que hace o deja de hacer es como preguntar al viento por dónde va a soplar.

Pocas bromas con la guerra de Ucrania, no solo por el sufrimiento que provoca y por el carácter criminal de la invasión de un estado soberano sino porque va a cambiar la faz de Europa, de la que ya se oye el crujido de las cuadernas. En el mejor de los casos, el conflicto concluirá en una guerra fría fuertemente militarizada en la que el frente se desplazará al este desde el Elba al Dniéper, y, recordando el clima de la guerra fría que ocupó la segunda mitad del siglo pasado, no es una perspectiva para celebraciones. De momento, ya tenemos una muestra empírica de lo que fue aquella época y podría ser la que viene: el periodista español Pablo González lleva diez meses encarcelado en Polonia acusado de espionaje, con la comunicación restringida y sin que se hayan presentado pruebas para una acusación formal ni haya fijada fecha para un juicio público. Mal rollo cuando lo militar nos hace la pascua.  Menos mal que su majestad la reina doña Letizia estaba deslumbrante.