Días de euforia otánica en Madrid. El cuadragésimo aniversario del ingreso de España en la internacional armada no podría haber encontrado una circunstancia más oportuna para la onomástica. El enemigo proverbial, el oso ruso, vuelve a enseñar los colmillos. El rey don Felipe pide unidad de acción contra la inaceptable agresión rusa. En cuarenta años, es la primera vez que una agresión nos parece inaceptable, empezando por la de Marruecos en el territorio del Sahara Occidental, que hemos terminado por aceptar con creces y premio de regalo para el agresor. Para no mencionar la invasión de Irak, que su promotor ha considerado brutal e injustificada hasta que se ha dado cuenta de que estaba hablando de Ucrania, uy, qué cabeza.

Quién sabe, quizá los tanques rusos otorguen a don Felipe VI el carisma que necesita, del mismo modo que su padre lo obtuvo frente a los tanques del general Milans del Bosch desplegados en las calles de Valencia. Plantar cara a un tanque y conseguir que se detenga es el desiderátum de cualquier líder. El ya extinto don Pablo Casado se presentó ante sus correligionarios como quien se había enfrentado  a los tanques en la plaza pequinesa de Tiananmen. O tempora, o mores.

En el aniversario otánico hay regalos para la cumpleañera. Don Sánchez ha anunciado más gasto en armas. Desde 1914 en que los entonces poderosos socialdemócratas franceses y alemanes no pudieron frenar la gran guerra que se avecinaba, a pesar de la demanda de sus bases, los socialistas se comportan con fervor de conversos en circunstancias bélicas. Es como si alcanzaran la mayoría de edad y se dejaran de tontunas adolecentes al vestir uniforme y aspirar el aroma del napalm. Era socialdemócrata don Javier Solana, que ordenó a la otan bombardear Serbia en la primera y hasta ahora única vez en que esta organización ha intervenido en una guerra interna europea. Don Felipe González adquirió los galones de gran líder cuando forzó un referéndum para que el pueblo español apoyara su cambio de opinión respecto a la pertenencia a la otan. Fue un referéndum impuesto al país por el gobierno socialista para cumplir un objetivo impuesto al gobierno socialista desde fuera del país. Y la cosa salió bien. Ahora, los vástagos de los que votaron no en aquella ocasión están accidentalmente en el gobierno, si bien en minoría y como de paso, y la ministra del ramo, doña Robles se ve obligada a insistir ante cada micrófono que le ponen delante en que  España es un aliado serio, fiable, responsable y comprometido con el que van a contar siempre en la alianza armada.

Más vale que sea así porque la guerra de Ucrania va a ser larga y, por lo que podemos colegir, extensa. Lo han reconocido nuestro ministro de exteriores, don Albares, y, sobre todo, el secretario general de la coalición armada, don Stoltenberg, otro socialdemócrata, que, dicho sea con todo respeto, parece uno de esos tipos al que no aceptaron en la mili por pies planos o exceso de dioptrías y no sabe dónde verter todo el excedente de ardor guerrero que guarda en su corazón. Una entrevista periodística a don Stoltenberg es lo más parecido que podemos encontrar ahora mismo a una arenga de Alejandro Magno a sus falanges macedónicas la víspera de conquistar Asia. He aquí alguna de sus soflamas: Nos encontramos con una guerra total en un país europeo, una guerra brutal con víctimas civiles y equipos militares modernos (…) La libertad importa más que el libre comercio y los valores importan más que los beneficios (…) China intenta controlar nuestras infraestructuras críticas y la otan ha de afrontar las consecuencias del auge de China.

En resumen, ¡feliz cumpleaños!