Don Josep Pedrerol es un periodista deportivo que ha sustituido a los ñus del Serengeti como rumor de fondo en la modorra de sobremesa, e igual que los cuadrúpedos africanos es monótono y reiterativo, y muy eficiente para estimular el sueño y el hastío por el mundo que nos es dado. Don Pedrerol llevaba una eternidad abriendo su programa, un día sí y otro también, con el anuncio de que el futbolista Kylian Mbappé va ser fichado por el realmadrid. El introito de su programa era hasta ayer siempre el mismo: Mbappé vendrá al Madrid, tranquilo, tic tac tic tac. Esta última coletilla se ha popularizado tanto que se oye a veces en boca de otros tipos y en otros contextos televisivos, como antaño proliferaban las ocurrencias verbales de Tony Leblanc y de Chiquito de la Calzada. Don Pedrerol pastorea un think tank balompédico al que llama muy propiamente el chiringuito, con el que exhibe pluralismo informativo –madrí-barsa, se entiende- y está formado por unos hinchas que parecen internos de un manicomio en sesión de terapia. Lloran, ríen, berrean, hacen visajes, se martillean los oídos unos a otros, se provocan y se abren las carnes para exhibir sus más desgarrados sentimientos. Viéndoles, comprendes la suerte que tienes de no ser aficionado al fútbol, pero la siesta corre el riesgo de terminar en pesadilla.

En noviembre de 2020, don Pedrerol anunció que dimitiría de su tribuna de prescriptor futbolístico si Sergio Ramos se iba del realmadrid y Leo Messi dejaba el barça. En agosto del año pasado, ambos jugadores se fueron en efecto de la liga española, fichados por el mismo equipo, el parisino peeseyé, y don Pedrerol dijo que cumplía su promesa de dimisión y la ilustró con su silla vacía al término del programa de sobremesa. La imagen era de un patetismo muy teatral pero al día siguiente el ilustre cantamañanas ya estaba otra vez ahí, presidiendo la siesta. Lo de la dimisión había sido un farol, una broma, un chiste destinado a excitar la primaria sentimentalidad de sus seguidores y aficionados. Además, quedaba Mbappé que va a venir al madrí. Tranquilos, tic tac, tic tac.

En las últimas semanas, el nerviosismo había sustituido a la tranquilidad y el tic tac era una taquicardia. Don Pedrerol y su gente seguían a Mbappé día y noche para descubrir un signo que confirmara sus profecías y el rostro del jugador francés se había convertido en una máscara en la que cualquier sonrisa, mohín o resoplido era objeto de una extenuante exégesis, cada vez más desesperada, para interpretar su sentido. Y así es como don Pedrerol se ha burlado de las expectativas de su público confundiendo los deseos con la realidad y el periodismo con la propaganda.

Mbappé seguirá en el peeseyé parisino porque el propietario del club, el jeque de Qatar, le ha ofrecido el oro y el moro, y nunca mejor dicho, como lo hizo con Leo Messi o Sergio Ramos. Las petromonarquías árabes, a las que del fútbol les interesa menos lo que ocurre en el césped que lo que se cuece en la tribuna, están llevando a cabo una gigantesca operación de relaciones públicas haciéndose con los mejores clubes europeos que estén a la venta, para lo que cuentan con el apoyo inequívoco de la federación internacional de fútbol, cuando las desbocadas exigencias financieras de la alta competición están llevando al desguace a los clubes que se basan en fórmulas de financiación tradicionales. El poder real que los grandes clubes ejercen sobre la sentimentalidad de las sociedades ha sobrepasado el ámbito doméstico y da a los nuevos magnates respetabilidad pública y soporte social para otros negocios de mayor enjundia e interés. El primero de ellos, salvar la imagen de sus abyectos regímenes políticos.

Al mismo tiempo que don Florentino se queda sin Mbappé, el gobierno español nombra al jeque de Qatar butanero mayor del reino y lo recibe con una pompa nunca vista. Esta realidad ha llevado a algunos periodistas de vitola a abjurar de sus creencias más arraigadas. Terminaremos por ver a don Florentino, don Sánchez y don Felipe VI tocados con la kuffia beduina, esa servilleta a cuadros que protege del inclemente sol; el rey emérito ya la lleva, así que todo es empezar. En cuanto a don Pedrerol, debería hacerse el seppuku por dejarse engañar y engañar a su audiencia, pero en vez de eso ha reaccionado a la madrileña: Mbappé es un traidor. Y un periodista tan sagaz como él ha tardado dos años de seguimiento constante en descubrirlo.