Por fin sabemos el nombre del artilugio que doña Yolanda Díaz quiere convertir en máquina electoral de la izquierda: sumar. El reclamo está en los antípodas de su predecesor, podemos, como si este fuera un jarrón estrellado contra el duro suelo de la realidad del que toca contar los fragmentos y pegarlos como buenamente se pueda. Sumar connota una operación analítica (no se pueden sumar peras con manzanas) y metódica (uno más uno, dos; dos más uno, tres; y así seguido) mientras que podemos aludía a una explosión de energía indiferenciada en el núcleo de la realidad de la que, a favor o a la contra, todos éramos partícipes. Sumar es la primera operación del método científico y podemos era la última intuición del pensamiento mágico. Entonces se trataba de conquistar los cielos y ahora se trata de contar las estrellas, los meteoritos inertes e incluso, ay, los agujeros negros. Podemos invitaba a una guerra de guerrillas, ofensiva y rápida, de asalto al fuerte del hombre blanco; sumar alude a una guerra larga de trincheras y posiciones estáticas. El artilugio de doña Díaz es una enmienda a la totalidad de la fervorina nominal de la izquierda, prolija en marcas urgentes y efusivas: podemos, vamos, somos, queremos, adelante, más país, etcétera. Ya veremos si la enmienda enmienda algo.

Sumar nos permite conocer el número de canicas que un niño lleva (o llevaba en nuestra remota infancia) en el bolsillo y las manzanas que caben en un cesto pero en el universo virtual en que ha de operar doña Díaz más le vale que se haga acompañar por esos/as chicos/as listos/as, capaces de descubrir un algoritmo que abrevie la tarea porque de lo contrario estará sumando hasta el fin de los tiempos, como Sísifo y esos héroes mitológicos que encuentran su razón de ser en la repetición eterna de un acción heroica.

Un buen lugar para atisbar estos días la dificultad del empeño de los sumandos es Andalucía. Una coalición de izquierdas ha denunciado ante la junta electoral el fraudulento empadronamiento de la voxiana doña Olona.  La coalición denunciante se llama andaluces levantaos, un titulillo con resonancia a los aceituneros altivos con los que nos enardecíamos en nuestra juventud. Ahora, ya viejo, el lector de esta noticia ha tenido que dedicar un ratito de navegación por internet para comprobar que andaluces levantaos no es la misma coalición que por andalucía, y ambas tendrán que competir con adelante andalucía,  que antes se llamó andalucía no se rinde, un mosaico de coaliciones y partidos que, mientras los sumas, ellos se están restando votos unos a otros.

El extraterrestre que nos observa desde la galaxia A1689-zD1, en la constelación de Virgo, a 12,8 mil millones de años luz, ha sacado sus propias conclusiones sobre la batalla política en celtiberia. Para el extraterrestre, en España se van a enfrentar en las urnas el macizo de la raza, pétreo, inmóvil, amenazador, ciego como un toro de Guisando, y el florido jardín post moderno de las infinitas variedades identitarias: locales, regionales, de género, de nación, de raza, de afición. Y en medio de este jardín aparece doña Díaz con un ábaco bajo el brazo. Que la fuerza la acompañe.