Ecuación para el examen de ingreso en una escuela de negocios: Término A, la inflación en España alcanza la espeluznante tasa del 9,8% y el rublo ruso se deprecia un 40%. Término B:  un oligarca ruso, amigo del presidente Putin, que tiene además nacionalidad portuguesa e israelí y, a petición de los ucranianos, se ha librado de las sanciones de los Estados Unidos, participa en las negociaciones que dizque habrán de terminar con la guerra de Putin en Ucrania. Resuelva el examinando  qué relación hay entre A y B. O, por hacer la pregunta más simple, ¿quién está ganando y quién perdiendo la guerra que nos envuelve a todos?

El oligarca ruso, al que The Wall Street Journal aureoló con un presunto envenenamiento, es el tipo más famoso de esta melé, después de Putin y Zelenski, que se están currando a modo la fama, cada uno en lo suyo. La fama del oligarca viene de que es dueño de uno de los clubes de fútbol más celebrados de la primera división inglesa, y aquí también hay otra derivada para que la resuelvan los futuros emprendedores: A, el oligarca no puede vender el club como quisiera -¿a quién?, ¿a un petroárabe, quizás?- porque tiene los bienes embargados por mandato del gobierno británico, y B, el mismo gobierno, y otros como él, han consentido en vender a petrooligarcas rusos y árabes las banderas del fútbol, las enseñas del único  genuino patriotismo que queda en pie en occidente.

Hay una guerra por arriba y otra guerra por abajo. De esta última nos llegan destellos por la tele y las redes sociales, que parecen escenas rescatadas de un archivo del siglo pasado y cuadran con la Gestalt de la guerra: mujeres y niños que huyen de la muerte, despavoridos, arrebañados en estaciones de tren y en puestos fronterizos, y soldados mutilados de mirada huidiza y semblante devastado a los que un general impone condecoraciones en el pasillo de un hospital. Los rusos ¿no han aprendido que esas medallas están llamadas a engrosar la quincalla militar de la gran guerra patria,  que desde hace treinta años forma parte de la oferta de todos mercados de las pulgas de Europa? Los noticiarios cuentan que los rusos han violado mujeres y los ucranianos han maltratado a prisioneros. Las dos noticias son ciertas porque eso es lo que ocurre en las guerras, a la vez que se bombardea un hospital o se cerca a una ciudad a la que se ha privado de agua,  electricidad y alimentos. Las guerras las ganan los tipos duros y en esta hay algunos duros de verdad en los dos bandos.

Entretanto, qué pasa en la guerra de arriba, la que tiene lugar en una mesa de negociaciones en Estambul sobre la que merodea el famoso oligarca. Podemos aventurar que cualquiera que sea el acuerdo final, que ojalá llegue pronto, tendrá dos características: una, será ridículo si se compara con la destrucción gratuita que ha llevado a él, y dos, será provisional y se firmará en el frágil papel de la desconfianza mutua. El oligarca recuperará las mansiones y los yates por los servicios prestados a la paz, y vuelta a empezar.