La situación en Europa es terrible, ¿a que sí? No obstante, yo aún mantengo la esperanza de que todo pueda detenerse o incluso que empiece a operarse un cambio. Hitler se cree muy astuto, pero yo no estoy tan seguro.

Esta nota fue escrita en marzo de mil novecientos treinta y seis por Christopher Isherwood y aparece publicada en el Diario de Sintra (ed. Gallo Nero), un volumen que reúne los dietarios y fragmentos de la correspondencia de Isherwood y su amigo Stephen Spender, y los compañeros de ambos, Heinz Neddermayer y Tony Hyndmann, respectivamente, a los que se sumó Wystan H. Auden, durante su estancia en esa localidad portuguesa cercana a Lisboa a donde habían viajado en busca de un lugar agradable, tranquilo y barato para trabajar en su obra literaria.

El contenido del volumen son notas sobre los quehaceres cotidianos del grupo, tareas de intendencia, cuidados de la vivienda, gente a la que conocían y frecuentaban -todos de la colonia inglesa del lugar-, zozobras por sus carreras literarias, y las diferencias y rifirrafes a que daba lugar la convivencia de las dos parejas. El material tiene interés biográfico y es testimonio del modo de vida de numerosos individuos de la clase culta inglesa que en la época post eduardiana sentían curiosidad por Europa y viajaban por el continente en busca de inspiración y para huir del constrictivo clima social de su país. Pero el interés mayor, desde la perspectiva del lector actual, subyace a la literalidad del texto y es de carácter histórico porque guarda algunas inquietantes analogías con el tiempo presente.

Los años treinta del pasado siglo anunciaban ya el fin de la paz que los supervivientes de la gran guerra creyeron que iba a regir en Europa para siempre. Crisis económica mundial, impotencia de los estados para satisfacer las necesidades de sus poblaciones, flujos de refugiados, quiebra de los sistemas parlamentarios y eclosión de nacionalismos crecientemente agresivos. ¿Les suena? Los jóvenes escritores ingleses expatriados en Sintra podrían muy bien asemejarse a los actuales becarios erasmus a los que su privilegiada situación les permite detectar los primeros temblores del seísmo a la vez que se empeñan en vivir una vida propia, cultivada, sensual e inteligente. Eran tiempos en que Hitler aún no era el Hitler que conocemos ahora, y Franco sublevado era la opción preferida para España entre la mayor parte de las clases altas y medias británicas, como comprueban con malestar Isherwood y compañía en sus contactos y reflejan en sus diarios y cartas. Al grupo llegó la amenaza del futuro a través del compañero alemán de Isherwood, reclamado por su país para incorporarse al servicio militar, destino que terminó cumpliéndose. Fue el final de aquella fiesta. Hoy, la extrema derecha que le está comiendo el pan del morral electoral a frau Merkel postula en su programa la restauración del servicio militar obligatorio.

Spender viajó en esa época a los países mediterráneos, y especialmente a España, cuya República defendería meses después, al estallido de las guerra civil. De Barcelona dejó testimonio de la insidiosa opinión racista que tenía el cónsul inglés de los españoles y, en especial, de los catalanes. A contrario, el poeta escribe: Barcelona es una ciudad bonita, muy infravalorada. En muchos sentidos, es el sitio con más vida donde he estado. Existe un fuerte movimiento catalán, que se evidencia en el hecho de que hay una ‘Antología de la poesía catalana’ que está en todas las librerías.

Ecos de otro tiempo, que resuenan en este.